importaba a Dios. Él llevaba una buena vida en Babilonia. Sí, era judío, pero había nacido allí en Babilonia, durante el cautiverio. Ni siquiera había visto jamás a Jerusalén. Le debe haber parecido que aquellos problemas estaban a un millón de kilómetros de distancia. Pero cuando oyó hablar del pueblo de Dios —deprimido, desalentado y derrotado—, se tomó en serio aquellas noticias. Los líderes son sensibles ante las necesidades de la gente que los rodea. Este es el primer Principio de Liderazgo
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